Soy básicamente un contador de cuentos, para eso debo ver lo invisible, lo que está ahí, estuvo siempre y no reparamos en que es maravilloso.
Debo fijarme en las visitas inesperadas, los milagros que nos ofrece la vida. Lo mío es un trabajo de descubrimiento, de alerta constante en busca de historias. Pero, a veces, la maravilla, el milagro es tan evidente que contar un cuento es lo único digno, justo y posible.
Por Luis Alberto Tamayo
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