Escribimos transcurridas ya varias horas de haber compartido con ustedes que, luego de más de un año en prisión, el profesor de música de nuestro colegio, Julio Lorca Velásquez, fue absuelto y quedó en libertad por un fallo unánime dictado por el 7º Tribunal Oral en lo Penal, tras concluir que los hechos que podrían haber aquejado a la víctima, no ocurrieron en el Colegio Altamira ni en la fecha afirmada por los querellantes.
Múltiples han sido las sensaciones experimentadas luego de conocer esta noticia. Por un lado, la alegría que implica el esclarecimiento de los hechos, tanto para Julio como para su familia y, por otro, el descanso de no cargar sobre nuestras espaldas, como cuerpo de profesores y profesoras, una acusación de tamaña naturaleza, que puso en duda tanto la ética del cuerpo docente como la posibilidad de hacer pedagogía en una comunidad diversa, en la que confluyen tanto vulnerabilidades como fortalezas, y en la que cada uno de los educadores invierte amor y compromiso con un Proyecto Educativo que, por opción, no excluye desde hace 33 años.
Recordar los hechos acontecidos, el quiebre interno que se produjo por acusaciones irresponsables y sensacionalistas que no hicieron más que vulnerar los derechos de una niña inocente y de un profesor que fue condenado a priori mediáticamente, antes de cualquier fallo judicial; nos hace mirar con tristeza cómo la desconfianza se apoderó tan rápido de nuestros miedos personales y nos llenó de inseguridades que nos hicieron perder el norte de lo construido.
Creemos fundamental aprender de esta experiencia, re-cordar, volver a pasar por el corazón lo vivido, para que aprendamos a valorar lo que somos como experiencia educativa única en este país, a sentirnos orgullosos de haber actuado siempre con la verdad y manteniendo como prioridad el cuidado de nuestros y nuestras estudiantes por sobre cualquier temor o defensa personal. La vida a veces enseña a golpes y sólo esperamos que nuestra comunidad acuse recibo de lo sucedido, pondere, se autoexamine en su particularidad, pida disculpas si fuese necesario y salga de este dolor fortalecida para seguir haciendo comunidad con cariño, generosidad y compromiso con los otros/as.
Adelante Comunidad Altamira, la vida nos seguirá trayendo desafíos que enfrentar.
Un gran abrazo para todos y todas.
María Verónica Vergara Orellana
Hugo Lagos Rivera
Ilich Aguayo Escobar
Equipo Directivo